Como el murmullo que hace la primera hoja del otoño en caer
cae la primera voz
Como el sonido del primer relámpago de una tormenta en alta mar llega a la orilla
llega la segunda voz
Como un vagabundo de piernas cortadas que pide limosna en una calle atestada de gente
se arrastra la tercera voz
Como el rechinar de dientes del príncipe al que se le niega el reino en herencia
se asoma la cuarta voz
Y siguen llegando
Y se arrastran
Y murmuran
Voces disonantes que se extienden desde todas direcciones
Llegan entre la madera, por las ventanas, por debajo de las puertas
Una a una proponen
Una a una injurian
Una a una ofrecen
Una a una susurran
Tentadoras, irrisorias, lastimeras
Fugaces, chillonas, altivas
Mil voces que envuelven
acarician, muerden, desean, ríen, juzgan…
Como el sonido de infinitas gotas al caer da origen al sonido de la lluvia,
así cada voz va perdiendo su identidad
Unas gritan, otras enmudecen
Unas preguntan, otras responden
Se nubla el oído
Se diluyen los conceptos
La mente se triza como un leño crepitante
Las voces se tornan en colores y nublan la vista
Olores que confunden el olfato
Manos que desgarran la piel
Cada una busca alzarse sobre las otras
Hambrientas, sedientas, furiosas, desesperadas
‘Hay una voz que es la tuya’
En un instante se oye una frase perfecta
que las opaca a todas
Proferida por una voz limpia y suave
que se pierde al momento siguiente entre el torbellino de ruidos
¿De dónde vienes?
El ruido no da pistas
¿Dónde estás?
Las voces se separan
Un grito, una plegaria, un gemido, un ronquido
La voz de aquella sentencia no aparece
Pero una a una las voces se desvanecen
El rugir se torna un murmullo
Un suspiro, un improperio, un canto
Una a una callan las voces
Cada una muere al ser reconocida
La voz que habló no aparece
¿Qué voz era aquella?
¡Háblame otra vez!
Las voces van muriendo una a una
hasta que sólo queda un rumor
¿Cuál es mi voz?
Entonces se queda solamente el silencio para dar una respuesta.